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das Mystische 2.1

MITO

MITO

Verde infección, a ambos lados de la carretera. La primavera me duele como una aguja en el cerebro, pero debo guardar la calma. ¿Qué me espera al final de este camino? ¿Una bala de metal? ¿Una guadaña? El espejo (¡otra pantalla!) devuelve desconocidos, uno a uno, con ganas de pelea. La luz es la evidencia de que todo está a oscuras, veladamente a oscuras, y que debemos seguir avanzando.

La grabadora. ¿Y si utilizase aquí, en este mismo lugar, la grabadora? Podría preguntarle a la muchacha ecuatoriana que tengo a mi derecha por el pensamiento salvaje. Y entrevistar al rumano que tengo a mis espaldas: ¿qué opina usted, mi querido amigo, de Arquitectura para el caballo? ¿Le gusta que las estaciones nos muestren las últimas tendencias en videoarte? ¿Le gusta la iniciativa de la facultad de Filosofía y Letras de la UAM? En tránsito, mi querido amigo, o eso le dicen; pero no se quede usted dormido, que ya llegamos.

Ryszard Kapuscinski, a vueltas con la grabadora: "Mi experiencia es que en cuanto sacas la grabadora, el lenguaje se burocratiza, se transforma y surge el idioma oficial. Es como si el cerebro del entrevistado buscara la frase adecuada para ser inmortalizada en la cinta".

Entonces: apuntar con la grabadora y hacerse el silencio. Arma de destrucción masiva, letal, apuntando hacia la víctima. O haciendo de mí una nueva víctima, no hay más, nada más.

"Por amor al comercio –cantaba Cristina Lliso en los 80’- voy a cruzar ese puente". Ahora que los japoneses introducen en el cine las posibilidades del aroma, una filmación de mi nave condensaría a la perfección las variantes asesinas del sudor y del perfume imposible. El río que nos lleva es la prueba de que existe vida sobre el planeta tierra; todavía, sí, parece increíble. El ser humano huele a mi lado y ese olor es la historia indeleble de toda una especie.

¿En qué mundo vivimos? Depende. Es posible que usted, ahora, esté concentrado en la última novedad tecnológica y que, sin embargo, la tecnología, al otro lado del Estrecho, no se parezca en nada a esa máquina absurda que le mantiene entretenido. Es cuestión de marco de referencia, ya sabe, pero no conviene olvidarlo. Además, mi querido lector, usted no huele; nosotros, mi querido lector, carecemos de olor definido, y es en la falta de olor (inexistente, aún, en esta pantalla) donde acabamos por perdernos.

Vicente Verdú: Yo y tú, objetos de lujo: "O ésta es la actual cultura: cultura de patinajes veloces sobre superficies variables y casi sin lindes".

Vuelvo al lugar del crimen, como todos los enfermos crónicos, pero algo ha cambiado. El eterno retorno doméstico, cotidiano, parece una partida de ajedrez, ahora, entre jugadores mancos. El sistema, entre todos, vuelve increíble el diálogo. ¿Hablamos? La rentabilidad decide el tema, sobre una mesa de clavos afilados y lienzos de excrementos ácidos.

1 comentario

Magda -

Querido Enrique, si bien tu texto es, como siempre, excelente, ahora lo sentí muy triste, probablemente como la realidad o una gran parte de la realidad en la que vivimos o hemos vivido históricamente. ¡Cuantos deseos de que las cosas sean mejores en el futuro!

Desconocía la existencia de \"Un edificio pensado para que los caballos antidisturbios pudieran entrar y moverse con facilidad por aulas y pasillos, y así poder aplastar cualquier tipo de revuelta estudiantil\", épocas muy duras...